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Impulsar el sector editorial en España 

Fiscalidad y Legalidad

Medidas legales para impulsar el sector editorial y del libro en España

El inicio de la persistente crisis económica global, que dio comienzo oficialmente en España durante el tercer trimestre de 2008, arrasó de manera paulatina la práctica totalidad de los sectores económicos de nuestro país. El sector editorial pudo esquivar el golpe durante unos meses, pero 2009 es señalado por muchos como el inicio de la larga travesía por el desierto que aún hoy atraviesa dicho sector y, con él, el libro.

Desde ese momento, se han sucedido las noticias en los medios de comunicación (ABC: reinventarse o morir, El País: la crisis llena de libros los almacenes, así como Saltan las alarmas en el sector editorial, Vozpópuli: el descalabro de un modelo de negocio, y otros muchos que podéis encontrar con una sencilla búsqueda en la red) señalando los números que, periódicamente, se publican desde diversas organizaciones como la Federación de Gremios de Editores en España o el Observatorio de la lectura y el libro (este último, como organismo dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte), alertando sobre el descenso de indicadores como las ventas globales de libros, la edición de libros impresos y la edición privada en general, a pesar del aumento en las ventas de libros digitales y en el número de lectores, así como en la exportación de libros. En este enlace os dejo el último informe disponible, publicado en enero de este año 2016, en relación con el periodo 2013-2015. Pero, ¿qué se hace para impulsar el sector editorial en España?

Proponiendo iniciativas

Ante este escenario, ¿puede la Administración del Estado tomar algún tipo de iniciativa para tratar de paliar la situación e impulsar el sector editorial? Si nos atenemos a algunas de las decisiones a las que ya nos hemos referido en artículos anteriores, en relación con la jubilación de los escritores o la fiscalidad de  los derechos de autor, no parece que este asunto esté ahora mismo encima de la mesa, sino todo lo contrario, pues da la impresión de que importa más bien poco. Sin embargo, la industria editorial es una de las de mayor importancia del país y es obvio que no puede pasarse por alto. Sin duda, por este motivo (junto con otros que atañen al resto de sectores relacionados con la cultura), las Cortes Generales constituyeron a principios de 2012 la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, con una serie de objetivos entre los que se encontraba analizar la situación del sector editorial y proponer medidas para la mejora del mismo.

No obstante, los resultados de esta Comisión, condicionados continuamente por los enfrentamientos políticos, no han tenido carácter inmediato. Hemos debido esperar casi cuatro años para que la Comisión se pusiera de acuerdo en el listado de cuestiones sobre las que debía ponerse el foco, consiguiera el visto bueno del Congreso y su posterior traslado al Senado. Este, en su pleno del día 21 de octubre de 2015, a las puertas de la campaña electoral del pasado 20D, finalmente aprobó lo siguiente:

«El Senado insta al Gobierno al impulso del sector editorial con las siguientes medidas:

  1. Profundizar en la defensa de los derechos de autor continuando con el refuerzo de los mecanismos de lucha contra la piratería.
  2. En el marco de la armonización fiscal europea, avanzar en la homologación de la fiscalidad del libro en papel o formato electrónico.
  3. Proporcionar apoyo financiero a las inversiones dirigidas a la reconversión tecnológica del sector editorial.
  4. Favorecer la internacionalización y la presencia en los mercados hispanohablantes.
  5. Incrementar la inversión de las autoridades educativas en contenidos y no sólo en soportes.
  6. Continuar el desarrollo de ayudas públicas para la digitalización de contenidos.
  7. Seguir aumentando las inversiones en las bibliotecas públicas destinadas a los contenidos digitales y, en especial, la plataforma ya puesta en marcha eBiblio.
  8. Continuar dando apoyo a los programas de educación y formación con un plan global de fomento de la lectura, que abarque educación, familias, bibliotecas, sector del libro y medios de comunicación.
  9. Desarrollar un Plan de apoyo a las librerías.
  10. Incentivar la presencia del libro en los medios públicos.
  11. Implementar medidas de defensa de la competencia para la distribución en igualdad con las plataformas y tiendas on line.
  12. Facilitar los formatos tecnológicos que permitan copias múltiples y el acceso sin descarga.
  13. Desarrollar ayudas a editores que recuperen las obras descatalogadas mediante formato digital.
  14. Incrementar las traducciones de los autores que publiquen en cualquiera de las lenguas oficiales para competir en un mercado global.»

Las carencias

Lamentablemente, aquí acaba cualquier instrucción adicional por parte de las Cortes Generales del Estado para impulsar el sector editorial. Esta lista de puntos es solo una lista: no se incluye un plan de desarrollo ni se asigna un presupuesto para llevarlas a cabo. Y lo peor es la sensación de que algunas medidas como la lucha contra la piratería, la armonización de la fiscalidad del libro electrónico o  el apoyo a las librerías son tan obvias que no era necesario constituir una Comisión de expertos para redactarlas. Lo que sí parece urgente es empezar a trabajar para ponerlas en marcha. Sin embargo, el proyecto está a día de hoy totalmente paralizado y a la espera de la constitución de un nuevo Gobierno y nuevas Cortes Generales.

Quizá lo desesperante de este proceso, al más puro estilo de Kafka, es lo que llevó a Antonio María Ávila, director de la Federación de Gremios de Editores de España, a solicitar intervenir en la última sesión de la Comisión de Cultura del Congreso que, en funciones, se celebró el pasado miércoles 27 de abril. El discurso de Ávila resume perfectamente, en mi opinión, tanto la situación del sector como el galimatías emprendido por la Administración del Estado para acabar no ayudando en nada. Os dejo aquí el diario de sesiones de la Comisión donde podéis leer la intervención completa, aunque no quiero dejar de incluiros algunos extractos que vale la pena leer con calma:

“Gracias por la invitación, en mi nombre y también en nombre de la Federación de Gremios de Editores de España. En estos primeros veinte minutos, en primer lugar me gustaría señalar qué es la industria y el comercio del libro en España. Aparentemente somos gente conocida, pero, como sucede con los conocidos, no se suele saber realmente qué hay detrás. Tengo que decir que la industria y el comercio del libro —y de alguna manera yo represento a la totalidad, no como director de la Federación de Gremios de Editores de España, sino como secretario general de la Cámara del Libro de España, que también agrupa a los libreros, los distribuidores y los gráficos relacionados con el mundo del libro— es la industria cultural más importante del país […].

Es una industria que en su conjunto, contando los editores, los libreros y los distribuidores y la parte de los gráficos que se dedican a la industria del libro, que suele ser un 10 % de la totalidad de la industria gráfica, emplea a casi 100.000 personas. Generalmente son empleos de alta cualificación, no son empleos de baja cualificación. No somos potentes en la creación de empleo, pero ahí están los 100.000 puestos de trabajo que se crean en España. Son importantes datos económicos que avalan esa presencia de la edición española en el mundo, ya que por títulos de ISBN y por facturación estamos en cuarto lugar, incluyendo el comercio interior y el exterior, después de los norteamericanos, los británicos y los alemanes, porque superamos a los franceses. Si contamos por impresión, los únicos que nos ganan son los chinos, pero es que los chinos están imprimiendo prácticamente para todo el mundo en todos los idiomas.

Sin embargo, es mucho más importante lo que yo llamo el óptimo cultural. Normalmente el lenguaje del siglo XXI es el lenguaje de la economía, hay que expresarlo todo en términos económicos y por eso he empezado por ahí mi intervención. El libro es un producto económico, pero tiene otros valores ya que es un producto cultural. La característica cultural de la industria y del comercio del libro en España hace que este aspecto cultural sea probablemente mucho más importante. Nosotros somos una industria fuertemente competitiva. […] Hace veinte años existía una gremiada de unas 616 editoriales que se ha mantenido estable a lo largo de toda la década de los noventa y ahora no bajan de 800, está en torno a 820 u 830 editoriales, predominando —insisto— la pequeña empresa e incluso diría la microempresa, pero que culturalmente es muy potente.

Por supuesto, hacemos cosas que no deben de estar todavía lo suficientemente bien, puesto que tenemos problemas. Tenemos una debilidad importante en nuestra cadena librera, ya que España ha tenido una buena librería, al menos desde el punto de vista cuantitativo. Quizás con relación al número de habitantes sea el sector que más ha sufrido la crisis, probablemente porque es más minifundista. La crisis se ha cebado especialmente con las librerías, aunque sigue siendo el principal canal de venta todavía en el mundo del libro sigue cayendo todos los años. En ese sentido, desde la Cámara del Libro hemos impulsado y establecido un sello de calidad de las librerías que está teniendo bastante aceptación, por lo menos para las librerías fetén, es decir, para los establecimientos que facturen al menos un 60 % en libros. Lo que sí haría falta es un importante plan de reconversión para que tengamos el número ideal de librerías que un país de nuestra dimensión debería de tener. Además, en muchos pueblos pequeños prácticamente la librería-papelería es el único centro cultural que tienen y no deberíamos perderlas, lo cual sucederá si nos concentramos todos en las grandes ciudades.

También tenemos problemas derivados de la propiedad intelectual. Llevamos años solicitando una reforma en profundidad de la totalidad de la ley, ya que es una ley base del año 1986. Nosotros entendemos que ha quedado obsoleta porque es difícil encajar en ella las nuevas tecnologías. Siempre me refiero al mismo caso: ahora mismo hay que firmar los contratos para todos los soportes y por tanto también para el libro electrónico. Insisto en que los libros los hacemos nosotros, no los hace Google, no los hace Apple, no los hace Microsoft. Los libros los hacemos nosotros; ellos lo venden en su soporte, pero los libros son nuestros. Por tanto, no tenemos ningún problema con el libro electrónico porque para nosotros es una canal de comercialización más. Con Internet prácticamente todo es comunicación pública. ¿Qué firmamos, un contrato de edición o un contrato de comunicación? Ahora mismo la ley exige que sean contratos separados, con lo cual las cargas burocráticas se incrementan. Aunque tratamos de solucionarlo —se puede decir que el ecosistema está en ese sentido razonablemente tranquilo—, hay problemas de ese tipo. Por tanto, hace falta una ley de propiedad intelectual completamente nueva que prevea el uso de las nuevas tecnologías.

También tenemos un problema con la parte enferma de la propiedad intelectual, donde no somos ejemplo absolutamente de nada. Me refiero al tema de la piratería donde a todos, pero especialmente a los poderes públicos, se nos ha ido la mano porque no es razonable que seamos de los países que más piratean de toda Europa; no está conforme con nuestro desarrollo económico y social. No es verdad que a más oferta legal, menos piratería. Nuestra evidencia empírica, como dicen los economistas, es que desde que tenemos más oferta legal ha aumentado la piratería en el mundo del libro. Posiblemente ya no sean necesarios tantos cambios normativos, sino que se aplique de una maldita vez la legislación. Además, quienes violen e infrinjan la Ley de Propiedad Intelectual, que suelen violar otras series de normas generalmente tributarias, deben empezar a pagar. Por tanto, ahí tenemos un campo de actuación […].

Quería concluir, para no aburrirles a ustedes, hablándoles de por qué hemos bajado, pues hemos caído porque ha caído el resto de las economías. El consumo ha caído y donde más ha caído es en el consumo cultural. Como parece que los españoles no leen lo suficiente la Biblia ni el Nuevo Testamento, que dicen claramente que no solo de pan vive el hombre sino que también tiene que vivir del espíritu, pues lo primero que se reduce es el consumo cultural. Si compramos menos de todo, también se compran menos libros. ¿Qué hace el conjunto de administraciones públicas, con independencia de ideología, nacionalista o no nacionalista, de izquierda o de derecha o de centro? Lo primero que se recorta, aunque suelen ser las partidas menores, es el gasto en biblioteca. Nosotros calculamos que han desaparecido 200 millones de euros del mercado desde el año 2010, precisamente porque hace cuatro años que no se compran por las bibliotecas ningún tipo de libro. La gente va a las bibliotecas —por cierto, son los centros culturales más visitados del país, muchísimo más que los museos— exclusivamente a ver las novedades; a investigar va muy poca gente, van a ver las novedades. Eso es lo que no hay en nuestro sistema bibliotecario. En 2011, después del esfuerzo que se hizo con la Ley del Libro, alcanzamos las ratios internacionales Ifla-Unesco de un libro y medio por habitante. Por supuesto, la hemos perdido estos años y volvemos a estar otra vez en situación tercermundista […]. (La imagen que ilustra este artículo es de una campaña colombiana en apoyo a las bibliotecas)

Nosotros creemos que somos la industria cultural. La cultura para nosotros es muy importante. Nosotros publicamos libros que sabemos que no se van a vender, pero si no está en el catálogo de cada editorial el libro que ha escogido, uno no se siente realizado. Somos una industria cultural, por eso insistía mucho, junto al aspecto económico, porque hay que insistir porque no nos toman en serio. Parece que los bancos son muy importantes económicamente y la industria cultural no. Porque no saben de economía, qué quiere que les diga. Somos una industria cultural y los aspectos culturales son los que más siempre nos han interesado y hemos dado grandes batallas y las vamos a seguir dando por ello. Desde la federación en el año 2000 montamos un congreso, nos movilizamos para que hubiera una campaña de fomento de la lectura permanentemente en España […]. Hemos hecho de todo. Imaginación, pero es insuficiente, hay que hacer más y debíamos de estar permanentemente haciendo campañas de fomento de la lectura y no puede ser solo el día 23 de abril. La lectura es la llave de plata de la sociedad del conocimiento. Hay que reivindicar la lectura. Es imposible. Sin leer el Internet no sirve. El Internet es fundamentalmente la lectura […].

En España parece que nadie lee, pero todo el mundo escribe. La media de autor-editor en Francia y en Alemania son 2.000 personas, en España eran 20.000, desde que se cobra el ISBN son 12.000. Todo el mundo escribe. Esto es algo fascinante […].

Estamos muy agradecidos por mantener el IVA al 4 %, pero llevamos desde el año 2000 dando una larga batalla para que el libro digital lo consideren libro, que no sea el soporte el que predomine, sino sobre el contenido. Tengo que decir que los Gobiernos españoles y esta casa siempre han apoyado por unanimidad esa situación, pero todavía no la hemos conseguido.

Las descargas de verdad se van a reducir cuando empiecen a haber sanciones administrativas de verdad. Como pasó con el tráfico de coches o como pasó con la seguridad vial. Si hay sanciones y no las ejercito no me sirven. Es triste, pero es completamente necesario. Cuando comiencen a haber bloqueos como están en Italia y en Alemania es cuando se solucionará. Desde el punto de vista educativo, cuando todos digan que compran de manera legal sea cine, música, libros, el producto cultural que estimen conveniente y que pagan los derechos de autor y además manifiesten sobre todo cuando son responsables públicos que eso es lo correcto. Si no le aseguro que la creación se va a terminar. Porque ni Amazon, ni Google ni Apple, desde el punto de vista cultural, han creado absolutamente nada desde que existieron y además se hizo con mucho dinero público”.

Conclusión

El discurso del Sr. Ávila es para reflexionar. Los problemas del Libro y del sector editorial están ahí y están bien identificados. Lo que sigue pendiente es utilizar todos los medios legales que están a nuestro alcance para poner en marcha las reformas necesarias para tratar de solucionarlos. Habrá que cruzar los dedos y esperar que entre rescates de bancos, autopistas e infantas de turno, alguien se acuerde por fin de rescatar los libros.

¿Crees que se está haciendo lo necesario para impulsar el sector editorial y promover la lectura? ¿Qué propondrías?

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2 Comentarios

  1. chiva

    Pues podría:1.- quitar el IVA del 21% de los e-books2.- fomentar la lectura (de verdad) en los colegios3.- fomentar la lectura y cultura en la población4.- perseguir la mala redacción en los medios

    Responder
    • José Luis Camacho

      Totalmente de acuerdo, Chiva.Algunas de las medidas que propones coinciden con las aprobadas por el Senado en su lista, pero sigue siendo necesario dotarlas de cobertura legal y de un presupuesto adecuado para llevarlas a cabo.Y no debería ser tan complicado, a pesar de la actual crisis y la política de contención de gasto. Ese hecho, existe actualmente un presupuesto anual para otorgar subvenciones a entidades sin fines de lucro que promuevan y traten de impulsar la industria editorial. Os dejo el enlace de la última convocatoria:https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-B-2016-7337Gracias por tu comentario, Chiva.

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