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El lenguaje corporal en la narrativa

Trucos de escritor

Una de las cosas a las que debemos prestarle más atención es a la necesidad que tenemos cuando escribimos de que nuestros personajes parezcan reales. Se hace mucho hincapié en que deben “parecer vivos”. Normalmente, se tiende a trabajar mucho aspectos de la personalidad, su carácter, forma de pensar, etc. Y es cierto que eso hace que nuestros personajes sean más interesantes. Pero, a menudo, olvidamos un aspecto importante: el lenguaje corporal.

Las personas se expresan de modo significativo a través del cuerpo y de hecho hay estudios que indican que más del 70% de una conversación es gestual. Incluso hay series de televisión que se basan en esa premisa como leif motiv; hay está la conocida Miénteme, por poner un ejemplo. El lenguaje corporal es muy útil para destacar rasgos de la personalidad del personaje. Tics nerviosos, palmadas y grandes risotadas, bajar la vista, arrugar el ceño, asentir sin decir nada, mirar al cielo cuando se piensa en algo… Todo eso nos da información del estado del personaje en cada momento.

Prácticamente todo es lenguaje corporal. Lo cual nos vendrá muy bien para describir cómo se siente en cada momento un personaje o qué relación existe entre él y otro sujeto sin tener que explicarlo directamente. Es mejor contar que dos individuos se cruzan y aprietan los puños (con lo cual sabemos que están enfadados) a escribir: “Fulano y mengano estaban enfadados; por eso, cuando se cruzaron por la calle aquel día dieron muestras de estarlo”. Hay que narrar, no explicar. Así la experiencia del lector es más cercana, más real.

Observar el lenguaje corporal de las personas es un buen ejercicio de inspiración. Por ejemplo, ver una película que conozcamos bien sin sonido puede servirnos para fijarnos detenidamente en los gestos de los actores, en sus expresiones… Podemos analizar el lenguaje no verbal para utilizarlo después en nuestros textos

Es muy común que no se presente a los personajes en movimiento, que se hable sobre su tono de voz, o que se explique su actitud con frases como “dijo enfurruñado”. Sin embargo, para lograr que el lector vea por sí mismo las actitudes, los sentimientos o los intereses de los personajes no hay nada que funcione mejor que el lenguaje corporal.

La mayor parte de los gestos son universales. Cuando la gente está feliz, sonríe; cuando está preocupada frunce el ceño; si no sabemos sobre un tema, no entendemos algo o simplemente no nos interesa demasiado, nos encogemos de hombros.

Trabajando en ese sentido daremos vida y profundidad al personaje y estaremos llegando al lector a un nivel mucho más profundo.

El lenguaje corporal lo estudiamos en nuestro Taller Avanzado de Narrativa.

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