Borja Alonso

El suspense y la sorpresa en la literatura – Parte I

Disección Literaria

En la anterior entrada divagué sobre cómo evitar el infodumping, así que para este mes me apetecía cambiar de tono y traer algo nuevo. Hoy os voy a hablar de dos herramientas que parecen similares, pero que en realidad son casi antagonistas: el suspense y la sorpresa.

Diferencias entre el suspense y la sorpresa

El más indicado para dejar las bases claras es Alfred Hitchcock, que se ve que del tema sabía un rato y al cual voy a fusilar vilmente:

«La diferencia entre el suspenso y la sorpresa es muy simple […] Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. […] Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la colocaba. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena. […]»

¿Para qué sirven el suspense y la sorpresa?

Aplicándolo a la literatura, el suspense nos permite elevar (y alargar) la tensión durante una escena (incluso capítulos o una novela entera. Luego hablaremos de esto) mientras que la sorpresa nos ofrece un estallido de información que cambia la percepción del lector sobre una trama, personaje o, incluso, una obra entera. Es una bofetada en la cara.

Entonces, ¿acaso es el suspense más valioso que la sorpresa?

En absoluto. Cada herramienta tiene su función. Lo explico en más detalle.

Sorpresa: Sirve para dar nueva información al lector y como punto de giro. Ejemplos: Norman Bates y su madre son la misma persona; Frodo sucumbe al anillo, pero Gollum aparece de pronto y acaba como un sevillano al sol a las tres de la tarde, etc. Además, la sorpresa es una emoción que antecede a otras de forma fenomenal. Si queréis cabrear al lector, asustarlo o emocionarlo, os recomiendo poner justo delante un pequeño punto giro.

Suspense: Lo que conseguimos es alargar el interés del lector durante páginas y páginas, capítulos y capítulos. El suspense nos permite mantener una línea de tensión entre dos puntos clave muy distantes en la novela, incluso cuando se supone que ahí en medio debería de haber un valle aburrido. De esta manera, podemos transformar lo que sería una escena sosa en una escalada de tensión brutal.

¿Son herramientas exclusivas de los derivados del thriller?

Si buscamos sobre estos dos temas, el suspense y la sorpresa, nos vamos a encontrar con un montón de información relacionada con la novela negra, thrillers doblamuñecas y, sobre todo, cine. Mucho cine. Sin embargo, estas herramientas se pueden, ¡y deben!, usar en cualquier tipo de novela. Aventuras, romance, histórica… ¡Hasta en el porno con dinosaurios!

La balanza de poder entre los personajes y el lector

La principal diferencia entre el suspense y la sorpresa es la desigualdad de información que vamos a crear entre el lector y los personajes. Pongamos, por ejemplo, que unos protagonistas van entran a robar a un museo. Si el autor no nos ha dado ninguna información extra la intriga estará en si van a conseguir su objetivo. No está mal. Tenemos algo de margen para sorprender, pero podemos mejorarlo.

Sin embargo, ¿qué pasa si en un capítulo anterior le hemos mostrado que hay otra banda que va a robar a ese museo el mismo día? ¿O que hay un traidor entre ellos? Los protagonistas actuarán exactamente igual, pero la percepción que tendrá el lector sobre los mismos acontecimientos cambiará muchísimo. Hemos aumentado el drama y ganado en «enjundia». Si ese traidor apareciera de pronto y se cargara a un miembro de la banda de un tiro en la nuca nos sorprendería, sí, pero como no hayamos puesto varias pistas antes… habremos metido un patinazo acojonante.

Idea: Con el suspense podemos convertir una escena anodina en aterradora.

Advertencia: Sobre como generar una buenas sorpresas y suspense hablaremos en la siguiente parte del artículo.

Volvamos con la balanza de poder entre personajes y lector.

El lector sabe más que los personajes

En este caso, la tensión se genera en dirección lector-personaje, por superioridad u omnisciencia con respecto a la situación dramática. (La balanza se inclina hacia el lado del suspense) Sinceramente, esta forma de generar tensión es la que más me convence. ¿Por qué? Pues porque el lector está sufriendo por lo que sabe que puede pasar, pero a la vez está cómodo desde su omnisciencia. No va a ciegas. Podemos alargar la tensión páginas y páginas sin que el lector se moleste. ¿Y cuánto podemos estirar el chicle, os preguntaréis? Pues…

…todo lo que os dé la gana. Voy a poner de ejemplo Match Point de Woody Allen: el protagonista se encuentra en un triángulo amoroso insostenible. Nosotros, como espectador, sabemos que lo van a cazar. La situación es insostenible, y el drama, inevitable. Sin embargo, la película demora el momento de la «explosión» durante casi dos horas. Recuerdo que yo estaba en el cine que me quería cortar las venas. Me encantó.

En una novela puedes hacer lo mismo si quieres. Eso sí, como el climax no esté a la altura, el nivel de enfado del lector será proporcional a lo que lo hayas tenido en ascuas.

El lector sabe menos que los personajes

Aquí la tensión se genera en dirección personaje-lector mediante la ocultación de algún tipo de información relevante. (La balanza se inclina hacia la sorpresa). Este tipo de ocultación es la que usan a cascoporro las novelas policíacas. Se dedican a esconder datos clave de forma deliberada. El efecto que se genera en el momento de la «revelación» es muy fuerte y las emociones explotan en muy poco espacio de tiempo, pero hay que tener muchísimo cuidado: si te pasas de «arcano» o «agonías» puedes llegar a frustrar al lector.

El lector sabe lo mismo que los personajes: todo

Si los personajes saben todo y el lector también, estás leyendo tu biografía.

El lector sabe lo mismo que los personajes: nada

Esto sería la sorpresa «pura». El punto de giro loco, el plowtwist supremo, el volarle la cabeza al lector. Hablaríamos de una sacada de manga completamente inesperada, y si no hay un buen trabajo previo de planificación, (lo veremos en la segunda parte), nos adentraríamos en el infame terreno de los Deus Ex Machina. ¡Mucho cuidado!

Bien, y ahora que tenemos claras estas dos herramientas y sabemos diferenciarlas, toca hablar de truquitos, pautas e ideas para generar un buen suspense y mejores sorpresas. Sin embargo, el título de la entrada ya os ha dado la pista de que para esto nos tenemos que esperar a la segunda parte. Hasta entonces, ¡nos leemos!

Borja Alonso

Borja Alonso Alonso (Remolinos, Zaragoza, 1989) se define como el auténtico fracaso renacentista. Químico, nutricionista, polifriki, cocinero y funcionario. En sus ratos libres escribe en Caja De Letras y Relatosymentiras, y a veces, la gente le lee. Primer premio en Diversidad Literaria (Antología de primavera, 2018), Librería París (Navidad, 2019) y FreakCon de Málaga (Relatos de fantasía, 2020). Autor en las antologías ShowYourRare y #OrgulloZombi. En Julio del 2020 publicó su primera novela corta, «Grumo y Mosquito».

1 Comentario

  1. bábara Benitez

    excelente, este artículo es de gran ayuda para los que intentamos de hacer de nueros escritos algo bueno. Lo leo todo el tiempo y , de hecho. ya lo estoy usando. Gracias

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