Antonio Vileya

De trabucos y trancas: sexismo en el léxico del español

Ortografía y Gramática

Un brujo no es lo mismo que una bruja, un fulano tampoco es igual que una fulana. Igual que un cualquiera no es sinónimo de una cualquiera ni ser un zorro es lo mismo que ser una zorra. A través del léxico del español se perpetúan estereotipos y clichés de índole machista y sexista contra la mujer. Y, atención, porque el sexismo no es algo exclusivo del español, pues se pueden rastrear multitud de casos en las lenguas de nuestro entorno. ¿Te suena de algo la diferencia entre boss y bossy? ¿Sabes que en árabe todos los insultos, todos, incluso aquellos exclusivos para varones, son de género femenino? Esto es algo muy llamativo, ya que los insultos suelen tener género en casi todas las lenguas del mundo.

Los insultos y la profesión más antigua del mundo

Si el insultado es un varón, el abanico de posibilidades con las que se lo puede insultar es bastante amplio, desde referencias a su inmadurez, a sus miedos, a su sexualidad e incluso los hay sobre la bajeza de su linaje. Por el contrario, si la insultada es una mujer, parece que solo cabe relacionarla con el oficio más antiguo del mundo. Los masculinos «zorro», «perro», «buscón» significan diversas lindezas, pero en femenino son todo sinónimos, bien que lo sabes, ¿verdad? Esta clara dicotomía no es privativa del español o de las lenguas europeas, sino que es prácticamente universal en las culturas sedentarias.

Pero regresemos al español. Para demostrar este uso pernicioso que hacemos de la lengua, basta comprobar la cantidad de vacíos léxicos que ha generado nuestra lengua. Estos vacíos léxicos son casos en los que no existe un vocablo femenino, equivalente en cuanto al significado, a la forma masculina. Se da la circunstancia de que —oh, casualidad— los masculinos suelen ser atributos estupendos (caballerosidad, galantería, hombría…) mientras los femeninos frecuentemente son bastante negativos (arpía, mujerzuela… que no se corresponden con arpío ni hombrezuelo).

Ahora supongo que te estarás preguntando qué puedes hacer para contribuir a erradicar este sexismo en el léxico del español. Y, en realidad, el truco es bastante sencillo: habla y escribe con empatía, y siempre pensando en qué ocultan las palabras que estás utilizando. Y si eso es muy general, piensa que el sexismo en el léxico del español que es peyorativo con la mujer gira alrededor de dos ejes: la consideración de la mujer como propiedad del varón y la consideración de la mujer como objeto sexual.

La mujer como propiedad del varón y como objeto sexual

Ay, la familia, fuente de felicidad, pero también de presiones y responsabilidades. Culpable de esos clichés que encaminan a la mujer desde la soltería hacia la consecución del matrimonio. ¿No me crees? Si estás soltera y no tienes perspectivas de casarte, serás una solterona. Te dirán también que te has quedado para vestir santos, que se te ha pasado el arroz y que necesitas cazar un marido. Mientras, si ya te has asentado en un feliz matrimonio, dirán de ti que estás fuera de circulación o fuera de mercado.

Pero si nos vamos a lo sexual (y el vocabulario referido a las relaciones sexuales), los índices de sexismo en el léxico del español se disparan. De hecho, se establecen muchos paralelismos con el lenguaje bélico: ¿quién no ha intentado alguna vez conquistarte? Existen términos para referirse al órgano reproductor masculino y al acto sexual: pistola, trabuco, tranca, pasarse a una por la piedra, ventilarse, trincarse… Y también se han popularizado expresiones que hacen referencia a los atributos sexuales: algo es cojonudo o es un coñazo, ¿cuál trae las connotaciones negativas?

Problemas habituales de sexismo en literatura

Aquí hay que aclarar algo: la lengua no es sexista, ni racista, ni xenófoba, ni homófoba…; la lengua no tiene ideología, ni religión, ni afiliación política. Somos los usuarios de la lengua quienes la usamos como expresión de nuestra forma de entender el mundo. Y, durante los años que llevo corrigiendo textos, me he encontrado ante el abuso de algunos usos que, a mi juicio, convendría evitar.

  • Te presento a esta bella joven pelirroja. Si no hacemos un buen trabajo con la construcción de los personajes, lo más probable es que caigamos en el cliché. Y, entre los muchos clichés de personajes, tiene su sitio de honor la bella joven pelirroja. Este personaje suele ser una becaria, una aprendiz o una víctima (que será salvada o vengada por un hombre, faltaría más). Así que, si no planteas bien tus personajes, lo más probable es que acabes escribiendo sobre alguna bella joven que, lejos de ser un personaje rico y verosímil, lo único que va a demostrar son tus ganas de mantener sexo con tu propia creación.

  • Entró en la habitación con su perro y su esposa. Cuidado con el orden de las palabras. Antes era frecuente encontrar muchos libros de texto escolares que, cuando trataban la prehistoria, te explicaban que era EL HOMBRE esa especie nómada que se desplazaba de un lugar a otro junto a sus animales, sus enseres y SUS MUJERES. Por suerte, en algún momento se nos ocurrió que «ser humano» era un término mucho más inclusivo. Así que ya no hace falta poner a las mujeres después de los animalitos ni de objetos. Pero esto sigue perviviendo de forma soterrada en muchos textos. Imagínate: un pasillo en penumbra, tu protagonista abre la puerta, está a punto de ser interrogado. Y tu narrador suelta esta joya: «En la habitación había un escritorio con una mujer joven y bella (y pelirroja)». Más allá del cliché de joven y bella, evitable a todas luces como hemos comentado, en esta oración se antepone un objeto de mobiliario a una persona. Los une, para más inri, a través de la preposición «con», es decir: con una mujer joven y bella se comporta aquí como un complemento circunstancial de compañía. De compañía de una mesa. Como conclusión, la mujer queda relegada al nivel más invisible de la oración para, en cambio, poner de relieve… sí, una mesa. Cuida este tipo de detalles en tu escritura, pues dicen mucho de la ideología (inconsciente o consciente) del autor del texto y afean mucho la narración. Si se quiere hacer hincapié en que había una mesa, porque las circunstancias del contexto lo requieren, podríamos corregir: «En la habitación había una mujer joven y bella sobre un escritorio». Esta variación es mucho más coherente respecto al sentido natural de la oración. Y también quedaría expresada de forma más corriente, teniendo en cuenta el proceso antropológico que es nuestro proceso de observación: como seres humanos que somos, nuestro ojo ha desarrollado cierta tendencia a mirar primero hacia lo animado y luego a lo inanimado.

Si necesitas más información sobre cómo hacer tus textos más inclusivos, puedes visitar la guía de lenguaje inclusivo que ha confeccionado la Fundéu o hacerte con alguno de los muchas y muy diversas guías de comunicación no sexista que se han publicado en los últimos años, como esta del Instituto Cervantes.

Antonio Vileya

Antonio M. Vileya Pérez (Sevilla, 1992) es filólogo hispánico y presta servicios editoriales a entidades de diversa naturaleza. Su vocación divulgadora lo ha llevado a formar parte del comité organizador del Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas y ser miembro activo de la asociación cultural Bibliofórum. Ha impartido cursos monográficos sobre fantasía, ciencia ficción, terror y novela negra en la Universidad de Sevilla.

1 Comentario

  1. Valeria S.

    Veo varios errores en esta publicación: bossy es adjetivo, boss es sustantivo. Uno se traduce como mandón y el otro como jefe, no hay diferencia por sexo: ser mandón es algo malo en cualquier idioma and a good boss is assertive and has leadership. Being bossy is not a boss skill.
    Cojonudo es bueno, pero huevón o pelotudo es estúpido y acojonado es cobarde, los organos de reproducción masculinos tiene connotaciones negativas y positivas que tienden a extremos (muy bueno o muy malo) y los femeninos tienden a medios (aburrido, regular), como suele suceder en nuestra especie, tiene un sentido general.

    Si el protagonista tiene una esposa y un perro, son su perro y su esposa, eso no es debatible. «Un niño entra con su padre» no denota que el niño sea el que lleve al padre consigo, sino que el niño es el sujeto de la oración.
    Lo del escritorio funciona mejor porque, si la está viendo de forma tan precisa, la tiene de frente, por lo que el escritorio va delante y se observa primero. Además, la variante dice «sobre» como si ella estuviera sentada encima, cuando debería ser «detrás del escritorio», «junto al escritorio» o «inclinada sobre el escritorio».

    Entre con esperanza de que fuera algo mínimamente útil, pero entre la mala escritura y el quejarse por quejarse, no entiendo por qué está esto en un blog literario.

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