¿Son incompatibles el realismo y la fantasía? ¿Puede una novela realista enseñarnos a construir un universo imaginario? ¡Hoy inauguramos una nueva sección!
¿Te gustan la literatura fantástica, el terror y la ciencia ficción? Si estás leyendo este artículo, seguramente tu respuesta sea que sí. No es de extrañar, pues la fama de estos géneros no ha hecho más que crecer en las últimas décadas; hasta tal punto que, de hecho, la industria editorial está algo saturada. Cada año se publican docenas de libros que podrían encuadrarse en alguna de esas etiquetas, conformando una oferta lo bastante amplia como para acaparar todo nuestro tiempo de lectura.Pero creo que para ser buen lector y, sobre todo, para ser buen escritor, siempre es bueno abrirse de miras y ampliar fronteras. Por eso me gustaría inaugurar una serie de artículos dedicada a ciertas novelas que, por unos motivos u otros, pueden tener un especial interés para todo amante de los géneros especulativos, incluso aunque no hablen de castillos ni dragones, o de viajes intergalácticos. Y es que tendemos a concebir lo fantástico y lo realista como dos géneros incompatibles, contradictorios incluso; pero sin duda os sorprenderá descubrir lo mucho que pueden tener en común. Y qué mejor forma de empezar que hablando de uno de los elementos más prolijos de la literatura fantástica: el ‘worldbuilding’ o construcción de mundos.
Realismo y construcción de mundos en Todo se desmorona
Chinua Achebe, de origen nigeriano, y cuya foto podéis ver al principio del texto, se cuenta entre los escritores africanos más leídos del mundo; y su primera obra, Todo se desmorona (Things Fall Apart), es también de las más conocidas. La novela nos narra la historia de un hombre llamado Okonkwo: excelente guerrero, padre de una numerosa familia y uno de los individuos más respetados de su tribu. Sin embargo, la vida de Okonkwo experimentará un punto de inflexión irreversible con la llegada del hombre blanco: un grupo de misioneros británicos hará acto de presencia en su aldea con la intención de convertir a sus habitantes a la religión cristiana y reclamar la tierra para la corona inglesa.Esta corta novela se divide, por tanto, en dos segmentos claramente diferenciados: el primero nos presenta al personaje de Okonkwo y nos cuenta su vida en sus numerosas facetas, como padre, como guerrero y como líder tribal. La segunda parte se centra en la llegada de los colonizadores y lo que esto supone para Okonkwo y para quienes le rodean.Precisamente, la historia del colonialismo africano suele contarse desde la perspectiva de los colonizadores: por ello, Chinua Achebe escribió este libro para mostrar el punto de vista de los pueblos colonizados. En concreto, Achebe nos habla de su gente, el pueblo Igbo, uno de los tres principales grupos étnicos que conforman el moderno Estado de Nigeria. Así pues, los primeros capítulos de la novela introducen al lector en las complejidades de la cultura Igbo: sus costumbres, su economía, su jerarquía social…Esto convierte a Todo se desmorona en una excelente novela para estudiar cómo introducir al lector en un mundo desconocido. El libro está repleto de pequeños detalles que nos muestran la forma de ser, de pensar y de vivir de los Igbo: por ejemplo, los personajes hablan a menudo utilizando proverbios que hacen referencia a sus leyendas y su folclore. Y, sin embargo, nunca te da la sensación de ahogarte en un exceso de información. Al contrario, la prosa de Achebe fluye en una narración rítmica que no se deja enfangar por infodumpings ni excesos de exposición. Tomemos como ejemplo las primeras frases de la novela:
Okonkwo era muy conocido en las nueve aldeas e incluso más allá. Su fama se apoyaba en sólidos triunfos personales. Cuando tenía dieciocho años había honrado a su aldea derribando a Amalinze el Gato.
En solo tres frases, Achebe nos enseña mucho sobre la cultura Igbo: por un lado, que se trata de una sociedad que pone gran énfasis en las habilidades marciales; por otro, que no posee una jerarquía rígida, sino que los méritos y las hazañas de cada individuo determinan su rango. Achebe no solo es capaz de enseñarnos todo esto, sino que lo integra en una narración en la que además nos está presentado al personaje principal y su situación de partida. Todo esto es una verdadera muestra de maestría a la hora de enseñarle al lector las reglas del mundo de tu novela, un nivel que muy pocas plumas, incluso dentro de género fantástico, han conseguido alcanzar.A medida que avanza la trama, aprenderemos muchas más cosas sobre los Igbo: por ejemplo, que son una cultura patriarcal, y sus familias se estructuran sobre matrimonios polígamos; y que su economía se basa mayormente en la agricultura y el comercio del trueque. Todo se desmorona demuestra que la literatura narrativa sigue siendo el mejor vehículo para el intercambio cultural: ningún texto académico podría sustituir a la experiencia de vivir el mundo de los Igbo desde los ojos de Okonkwo.
El choque cultural y la evolución de las sociedades
Otro elemento al que debemos prestar atención en Todo se desmorona es a la forma en la que muestra el choque entre la cultura cristiana de los colonizadores y la cultura tribal de los colonizados. Esta clase de contactos son una de las formas fundamentales en las que las sociedades cambian y se transforman, y merecen ser estudiados por todo autor de fantasía que aspire a mejorar su ‘worldbuilding’.Sin entrar a destripar el argumento, lo más importante que debemos decir sobre este punto es que Achebe nos muestra la colonización, no como una simple imposición de los poderosos sobre los oprimidos, sino como un proceso infinitamente más complejo. La sociedad Igbo, como ya hemos señalado, se basa en una rígida jerarquía donde priman los valores de la fuerza y la virilidad: por tanto, se discrimina a una parte importante de la población, compuesta por las mujeres y por aquellos hombres que son considerados “débiles” o “afeminados”.Serán precisamente estos colectivos menos privilegiados los que más interesados se muestren en la nueva religión del hombre blanco, y los primeros en convertirse, atraídos por la promesa de un trato más digno del que reciben en sus propios hogares. Esto provocará fracturas internas en la sociedad Igbo, y plantará las semillas de una nueva generación que se irá alejando poco a poco de sus ancestrales raíces y tradiciones. El mundo que el lector descubre al iniciar la novela no tiene nada que ver con el que abandonará cuando pase la última página. Las armas británicas pueden matar a los guerreros Igbo, pero fueron los misioneros cristianos quienes les quitaron algo mucho más valioso: su identidad.
Notas finales
Si os ha gustado el artículo, y tenéis interés en la novela de Chinua Achebe, os aconsejo fervientemente que la leáis en su versión original en inglés, si sois duchos en la lengua anglosajona.
Si queréis seguir leyendo sobre la historia de Nigeria y los conflictos causados por la colonización británica, os recomiendo encarecidamente la obra de teatro La muerte y el caballero del rey (Death and the King’s Horseman) de Wole Soyinka, que escribe desde la perspectiva de la tribu Yoruba; y, especialmente, Medio sol amarillo (Half a Yellow Sun) de la autora Chimamanda Ngozi Adichie, que también es de ascendencia Igbo y ha hablado a menudo sobre la importancia de la obra de Achebe en la literatura africana. Su obra se centra en la guerra de Biafra y los conflictos entre las diferentes etnias que componen la moderna Nigeria.Para finalizar, me gustaría señalar que Nnedi Okorafor, autora de Who fears death, novela que será próximamente adaptada a la televisión por la cadena HBO, es una autora de fantasía galardonada con numerosos premios que también es de ascendencia Igbo.¡Espero que hayáis disfrutado la lectura
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